sábado, 10 de febrero de 2007

¿Y el principio cuándo?


Nadie dijo que sería fácil. Y eso es lo que me asusta. Primero por partir esto con una frase tan cliché como “nadie dijo que sería fácil” y segundo porque después de todo, es verdad. Tengo 25 años y ya estoy empezando a sentir que tal vez no he alcanzado la felicidad plena. Aunque, ¿cómo saberlo? ¿Cómo describir eso de “felicidad plena”? ¿Acaso es levantarse cada día con una sonrisa de oreja a oreja, saludando al tipo que se sienta al lado en la micro o en el metro? ¿O simplemente es levantarte, ducharte, desayunar y subir a tu auto propio e ir a trabajar a un empleo de escritorio donde nadie se preocupa por el ser que habita en el cubículo u oficia contigua, descontando los días para fin de mes, para ese jugoso cheque de casi 7 dígitos que estás seguro te hace feliz pero que extrañamente luego de depositarlo en tu cuenta corriente del mismo banco del que era cliente tu padre, esa felicidad desparece? El dinero es físico. El dinero depositado y utilizado a través de un trozo de plástico con una barra magnética no es dinero. No representa lo que el dinero es. La tarjeta no tiene olor. La tarjeta siempre se ve igual. No tienes que lavarte las manos después de utilizarla. La tarjeta es una transgresión del dinero. Lo elimina, lo condiciona a parecer y ser algo que no es. Y en la noche, cuando más te sientes solo y piensas en lo que te espera para el próximo día (subirte a tu auto y esconderte tras tu cubículo) te da por soñar en el lugar donde se encuentra tu dinero de verdad. ¿Estará en una bóveda? ¿En una de esas pequeñas cajitas con llave? No. Tú dinero es utilizado por los grandes gerentes de los bancos, como: A) Artículos de limpieza personal (se ha sabido de la confección de rollos de papel higiénico a base de Gabrielas Mistrales, “La cultura también es mierda… Según por donde se le mire” rezaba uno de los gerentes inventores) B) Papel mural o fondo de piscina barnizado (Así, el gerente no sólo piensa en dinero durante su trabajo, sino también al volver a casa: sus paredes lo alimentan con las miradas perdidas de Arturo Prat Chacón y Andrés Bello, a quienes respeta más que a sus propios padres, ellos son su Dios, hace el amor con las paredes mientras su mujer se baña en la piscina con los voyeristas ojos bien abiertos de Manuel Rodríguez y uno que otro Ignacio Carrera. El dinero mata el amor. No puede comprarlo, ¡pero joder, como puede venderlo!) C) En éste último punto hay que reconocer que ayudan a la clase proletaria del país: Las esposas de estos seres (viejas sin alma y rouge de 200 dólares) odian el dinero material, al contrario del resto de los humanos comunes, el dinero real las asfixia. No soportan su olor, su suciedad, su carácter de “papel”. Por ende, cuando se encuentran con dinero real en sus carteras, no lo pensarán dos veces antes de deshacerse de él de los métodos que el chileno ha logrado descifrar y aprender a través de los años para sacarle provecho: Limosneando en la calle, dejando una pecera para las propinas en la barra de algún bar, colectas mentirositas y otras con algo de veracidad, niños enfermos que piden dinero en la calle porque su madre contrajo el Ébola y su hermana de 11 años fue lapidada al tiempo que la corriente del Mapocho la despojaba de sus ropajes… Después nos daríamos cuenta que todo eso fue real, cuando a un fotógrafo chileno lo detuvieron por el asunto de la red de pedofília de Paydos. En fin, el dinero es un juego, es un círculo sagrado, un río en constante movimiento, no puedes frenar su flujo, simplemente porque el flujo existe mucho antes de que tuvieras consciencia, el dinero es un invento fantástico: mantiene a todos los seres vivos alertas: cómo puedo ganar más, cómo puedo robarle al tipo que gana más que yo, cómo puedo quitarle el puesto al tipo que gana más que yo, cómo puedo robarle el dinero al tipo que le va a robar el puesto al tipo que gana muchísimo más que yo, cómo me aprovecho del que tiene más que yo, ¿y, si pongo una pecera de propinas?... Pero la mejor de todas es cuando llegas a un trabajo que te gusta, la gente es agradable, normal, todos beben café y hablan de cosas divertidas, nadie aspira a ser más de lo que es, parece que haz encontrado tu lugar… Hasta que descubres que todo el resto gana más que tu, entonces: ¿Cómo cresta hago para ganar más que ellos? Ahí comienza el verdadero trabajo, y de ahí su nombre, “trabajo”: porque es un verdadero trabajo ir escalando, matando a algunos por el camino, asesinando silenciosamente a otros cuantos, es un trabajo lograr ganar más que tus compañeros… Pero al igual que cualquier otro “trabajo”, nadie dijo que sería fácil.

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