sábado, 3 de marzo de 2007

It's Toasted!

“Y después a uno le andan diciendo que no tiene paciencia, que se le acabó el sentido del humor, que para qué alega tanto si no fue nada…” Comentarios como estos son los que luego de 2 horas de dejar de fumar, me corroen el alma. Ni siquiera la conciencia, no, es el alma la que se ve afectada por crueles y despreocupados comentarios como los anteriormente citados. ¿Acaso alguien sabe el nivel de ansiedad que puede llegar a experimentar un ser humano por un… uno de esos? Y lo que más me da rabia es eso: que sea por un estúpido trozo de papel enrollante de veneno para ratas, toxinas, cáscaras de papa, uñas, algún ojo de paloma, pasto seco, alquitrán, caucho y una que otra hebra de tabaco rubio perdida entre tanta degeneración. No es primera vez que “dejo de fumar”, pero sí espero que sea la última. Y es que lo más difícil es comenzar a percibir el mundo de otra forma (“De la otra forma” pensaría el orate en su habitación de psiquiátrico. Como si toda su vida la haya vivido según ciertos patrones de comportamiento y recién hoy, después de estar más de 11 años recluido en un loquero por “fumar” –aunque matar, descuartizar, enterrar, desperdigar, cercenar, amarrar, pelar, trozar, anillar, jabonar, destripar, deshuezar y desolar también son validas a la mente del sujeto… En fin, donde iba… Lo de percibir- Más real, con menos puertas de salida de emergencia. Un lugar donde estás acorralado a estar atento, “focused” al 100%. No hay distracciones en tu actuar. No hay pasatiempos en tu diario vivir. Eres tú descalzo, desnudo, blanco bajo tanto sol de invierno que no te deja pensar en las cosas que te gustaría estar haciendo pero no puedes, porque por alguna estúpida razón te prometiste no volver a hacer. Debe sentirse como un asesino en serie. “No, la dura que esta es la última rubia que asesino con el rallador para después hacer… Bueno, tú sabes…”. Seguramente en la mente del psicópata esta escena le evoca una cantidad tal de testosterona o endorfina que no puede evitar volver a cometer el crimen una y otra vez. Por mucho que se niegue a negarlo. Primero a ocultarlo y luego a negarlo. Aunque por cierto, sin ningún convencimiento alguno… Un asesino en serie. Un asesino en serio. Un asesino con serios problemas. Y eso es lo que pasa con el tabaco. Sé lo malo que es, pero no puedo evitar pensar en lo mucho que me gusta. Aunque debo admitir que más que Don Miguel, lo que me ha llevado ha pensar que lo que estoy haciendo no es tan malo, son esas escalofriantes letras dispuestas una al lado de la otra sobre las cajetillas, que sin ningún serif de compasión me dicen “¡Cuidado, estos cigarrillos te están matando!”. Joder. Si es verdad. Pero tampoco nos vamos a poner a revisar todas las cosas que consumimos y nos están matando: sacarinas asesinas, Cocacolas lights cancerígenas hasta el hueso, agua purificada abriéndose camino por tu traquea como una hoz, “cobertura sabor a chocolate”, carne de res, “Ingredientes seleccionados”… El día nos da la bienvenida tiñéndolo todo de amarillo crepúsculo, la actitud de nuestros jefes nos hacen desear un shock tartrazínico, comemos vegetales regados con un manto ácido, y al menos el 10% de los alimentos que ingerimos contienen partes de insectos. En el fondo, vivimos tentando a la muerte constantemente. Nadie sabe para quien trabaja, pero mucho menos qué mierda es la que se está echando a la boca. Ahora bien, pongámonos en el siguiente escenario: El mundo está hecho una porquería, tarde o temprano el calentamiento global derretirá los polos, arrasará con los pingüinos y los niveles del mar taparán continentes enteros. La contaminación seguirá su curso natural, hasta que un día simplemente no podamos ver el sol. Muchos serán los que sufrirían de enfermedades respiratorias, para que hablar de cáncer pulmonar, de esófago y traquea. Los pulmones limpios sucumbirán ante el smog, como quien unta mantequilla en un waffle (si viviéramos en California, entonces seríamos surfers, saldríamos con cheerleaders ninfómanas, estaríamos siempre bronceados y sonrientes y jamás en nuestra puta vida nos preocuparíamos de cosas como estas, simplemente porque nuestra vida sería casi todo lo que hemos deseado), pero ¿qué pasaría con los pulmones más acostumbrados al golpe contaminativo? ¿Acaso los fumadores no tendrían un mayor aguante que los niños, ancianos y jóvenes deportistas que pololean con ingenieras civiles? Les puedo apostar a que sí. Seríamos las cucarachas de la sociedad. Pisotearíamos a todos esos que por haber nacido más arriba, ser más rubios y tener un mejor desodorante, nos miran en menos. Todos ellos van a morir… A excepción de los gerentes gordos y millonarios, que cual ser humano que odiase su vida, fuman más de la cuenta para dejar este mundo que los aturde. Ese mundo que encuentran un aburrimiento total. Incapaces de sentir amor, ya nada les da sentido a sus vidas, porque simplemente nunca tuvieron gusto. La vida nunca es un reto si tu padre es dueño de Meferson’s, y cuando naces tu padre tiene la ridícula idea de llamar a su negocio Meferson’s & Sons… Estando en un país Latinoamericano. A él no le importa tus ideales o quién deseas ser en la vida… Sólo siente una incalculable necesidad de traspasarte su miseria… Su alma vacía y lo que él califica como felicidad: dinero, trabajo y una guapa mujer que jura que en el Balthus ella estará a salvo de los ojos de los buitres… Cazador cazado… Discovery Channel… ¿No la tiene en dos tallas más grande?... Joder, esto de la falta de tabaco de verdad me tiene mal… ¿Y cómo poder explicárselos? ¡SI NINGUNO DE USTEDES ME TIENE UNA GOTA DE PACIENCIA!

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